viernes, 15 de junio de 2012

Todo está relacionado.

Chocar con alguien en la calle, retrasar su viaje, hacerle perder un avión y provocar que esté en la cafetería de un aeropuerto a las 21:00, justamente a las 21:00, pensando en aquello que no verá en ese viaje. Y en ese preciso lugar, a esa precisa hora, encontrará su destino: a esa persona que, a partir de ese instante, le acompañará el resto de su vida.

Vivimos en un mundo difícil: en el que es difícil vivir, al que es difícil entender y que, incluso, nos hace difíciles a nosotros. Un mundo difícil dominado por el caos, por el azar, por la irracionalidad ¿estáis de acuerdo?
Es que si os digo la verdad: yo no lo estoy. Y es que allá donde hoy vemos destrucción, en el futuro podremos ver la base de un nuevo mañana. Por ejemplo, los restos de un bosque quemado, arrasado, destrozado, serán el mejor abono para un nuevo bosque, más fuerte y frondoso.

Me diréis: "aún así el caos está ahí, es irrefutable" puede ser; no lo sé. No puedo estar segura, nadie puede estarlo, pero lo que sí que sé es que el mundo funciona en cuanto a sus propias normas, siguiendo su propio orden: no está hecho para ser visto desde unos ojos humanos (simplemente está y lo miramos, intentamos comprenderlo, a veces con más éxito, a veces con menos). El mundo y sus normas son infinitamente mayores que nosotros, infinitamente más difíciles. Por eso exclamo que aunque no entendamos algo, aunque no seamos capaz de ver más allá, eso no quiere decir que no haya algo más allá.
Todo está conectado, aunque seamos incapaces de verlo (no siempre podremos escuchar el latido del universo golpeando con fuerza). De este modo, lo que hoy puede ser una desgracia hoy, puede que mañana nos entregue aquello que más anhelamos.


Sigue tus instintos, confía en ti y confía en el logos (el orden del universo).

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