lunes, 7 de mayo de 2012

Diálogo. Una casa de locos.


ANNA (mirando al público sonriendo)-Buenos días a todos, ¿cómo estáis?  ¿Todo bien? ¿Contentos de estar aquí viéndome? Ha sido una visita de lo más inesperada.

ÁLEX (sale del público)–Bien mamá, estamos todos bien. Echándote de menos en casa. Tu ausencia se nota mucho no, muchísimo.

ANNA –Pero ya sabes cariño, yo no puedo estar en esa casucha: me agobio entre esas cuatro paredes ahogadas en inmundicia y gotelé. Este es mi sitio, fíjate en el bosque que rodea el complejo.

ÁLEX –Sí, sí, es un parque muy bonito, pero en Torrejón también los hay.

ANNA –No digas barbaridades, yo no te eduqué así. Fíjate en qué lagos, y en qué montañas, en las magníficas personalidades que habitan este buen lug…

HORACIO (sale del público e interrumpe a Anna) –¡Nada! ¡NADA! La papelería ya está cerrada… Esta panda de vagos es increíble, ya ni los sábados por la tarde trabajan. ¡Cómo se nota que son comunistas! ¿Dónde acabaremos? Ese bigotudo Marx solo ha traído al mundo problemas.

ANNA –No hables así cariño, ¿cuánto tiempo hace que no nos veíamos? Ten consideración por tu buena mujer y dame un abrazo.

HORACIO –Perdóneme señorina, ¿cómo durmieron hoy sus ojos? ¿Y su boca? Seguro que bien, pues está usted resplandeciente.

ANNA –Amor mío, tanto te extraño que, en la soledad, no puedo más que pensar en ti y en tus buenas palabras… ¡Bendito el día que me casé! Pero ahora tengo que estar lejos de casa, ya sabes de mis necesidades.

HORACIO –Sí, tus necesidades son lo primero, por eso te trajimos aquí, ya lo sabes.

ÁLEX –Papá ¿Dónde está Neliem? Creía que ella vendría contigo.

ANNA - ¿Neliem? ¿Quién es? ¿Me trajisteis una buena amiga? Aquí apenas hay damas de mi edad, solo mucho mayores.

HORACiO -¿Amiga dice usted? Sí, sí. Es una buena amiga. Está aparcando. Bueno Álex, déjame a solas con tu madre un momento.

ÁLEX –No.

HORACIO -¿Cómo que no? Mancebo vago, locuelo inútil, solo intentas provocarme, con esas pintas de perroflauta y con esa cara de idiota, jamás podrías parecerte a tu padre.

ÁLEX –No querría. Vete tú con tu amiguita Nelliem, yo me quedo con mamá.

HORACIO –Muy bien niñato. Que como tu madre solo tienes tontería en la cabeza, y es que: de tal palo tal astilla. ¡Pobre de mí que me encontré con esta una noche! ¡Pobre de mí que pensé poder encauzarla! ¡Pobre de mí concebir a un hijo innoble!

(En dos conversaciones paralelas)

NELLIEM (Sale del público) –¿Qué ocurre en esta casa de locos? Tan pronto se os ha pegado que estoy temiendo por mí misma.

HORACIO –Es este niño ingrato, no quiere marcharse y dejarnos con Anna a solas.

NELLIEM –Oh amor mío, qué mala suerte tuviste con esta familia. Cuando nos casemos y formemos la nuestra todo será diferente…

ÁLEX –Mamá, tenemos que marcharnos de aquí.

ANNA -¿Qué dices? Acaba de llegar mi amiga, está hablando con el marqués, seguro que me ha traído un regalo. ¡Qué ilusión! ¡Qué secretismo!

ÁLEX –Mamá, este hombre solo te hace mal. Vámonos.

ANNA -¿Ya empezamos? Álex cariño, sabes que tu padre nunca se ha sentido bien por no poder ser de mi condición, pero es un buen hombre.

HORACIO -¡Perdí la esperanza de poderla reubicar en el mundo real! Creí que sería la mujer obediente que parecía ser, pero no. Todo lo compraba y nada pagaba.

NELLIEM –Y tú manteniéndola a tu lado pese a todo, ¡eres el mejor de los hombres!

ANNA –Y además es tan sincero y transparente como el mejor agua.

ÁLEX –Más bien como el agua de las alcantarillas, que por cierto, solo eso le falta beberse.

HORACIO -¿Has traído eso?

NELLIEM –El bebedizo mortal, y por si como Quijote se volviera cuerda antes de morir, también traje esto: es una tarta con sorpresa: que atontaría hasta a un caballo de esos de las películas, de esos que ya no hay.

ANNA –Además, él me trajo a este maravilloso complejo.

ÁLEX –No sé cómo ha conseguido a una mujer como tú. Maldito bastardo.

HORACIO –Está loca, loquísima.

ANNA –Tú también la encontrarás, una dama de buena familia que te quiera.

NELLIEM –Sí, lo está pero hoy ha llegado su fin, y así, pronto nos podremos casar.

ÁLEX –Yo no quiero a otra, ya te tengo a ti mamá.

HORACIO -¡Menuda vida me tocó vivir!

ANNA –Y a tu padre, pero es una pena que sea pobre.

NELLIEM – ¡Anna! Encantada su majestad.

ANNA –¿Qué trajiste buena dama?

NELLIEM –Solo algo de tarta y algo que beber.

ÁLEX –No lo tomes mamá.

HORACIO -¿Cómo te atreves? Eres una rata, ¡no eres un hombre! No podías ser como tu padre, eso lo entiendo, pero eres tan ruin como una comadreja. SAL DE AQUÍ.

ÁLEX –No.

HORACIO y NELLIEM (con la tarta en la mano) –VETE COMADREJA.

ÁLEX –¡NO!

NELLIEM –Parad de empujaros, esto no es Torrejón, compostura… ¡ALA! Ya me habéis tirado la tarta.

HORACIO -¡Oh dios mío! Vámonos Nelliem, ¡vámonos ya! Esto es una locura.

NELLIEM –Sí claro.

HORACIO –¡Necesito beber algo! ¡Trae eso!

NELLIEM -¡NO BEBAS! ¿Qué hiciste…?

Pintura del absurdo. Siglo XX.

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