ANNA (mirando al
público sonriendo)-Buenos días a todos, ¿cómo estáis? ¿Todo bien? ¿Contentos de estar aquí
viéndome? Ha sido una visita de lo más inesperada.
ÁLEX (sale del
público)–Bien mamá, estamos todos bien. Echándote de menos en casa. Tu ausencia
se nota mucho no, muchísimo.
ANNA –Pero ya sabes cariño, yo no puedo estar en esa casucha:
me agobio entre esas cuatro paredes ahogadas en inmundicia y gotelé. Este es mi
sitio, fíjate en el bosque que rodea el complejo.
ÁLEX –Sí, sí, es un parque muy bonito, pero en Torrejón
también los hay.
ANNA –No digas barbaridades, yo no te eduqué así. Fíjate en
qué lagos, y en qué montañas, en las magníficas personalidades que habitan este
buen lug…
HORACIO (sale del
público e interrumpe a Anna) –¡Nada! ¡NADA! La papelería ya está cerrada…
Esta panda de vagos es increíble, ya ni los sábados por la tarde trabajan.
¡Cómo se nota que son comunistas! ¿Dónde acabaremos? Ese bigotudo Marx solo ha
traído al mundo problemas.
ANNA –No hables así cariño, ¿cuánto tiempo hace que no nos
veíamos? Ten consideración por tu buena mujer y dame un abrazo.
HORACIO –Perdóneme señorina, ¿cómo durmieron hoy sus ojos? ¿Y
su boca? Seguro que bien, pues está usted resplandeciente.
ANNA –Amor mío, tanto te extraño que, en la soledad, no puedo
más que pensar en ti y en tus buenas palabras… ¡Bendito el día que me casé!
Pero ahora tengo que estar lejos de casa, ya sabes de mis necesidades.
HORACIO –Sí, tus necesidades son lo primero, por eso te
trajimos aquí, ya lo sabes.
ÁLEX –Papá ¿Dónde está Neliem? Creía que ella vendría
contigo.
ANNA - ¿Neliem? ¿Quién es? ¿Me trajisteis una buena amiga?
Aquí apenas hay damas de mi edad, solo mucho mayores.
HORACiO -¿Amiga dice usted? Sí, sí. Es una buena amiga. Está
aparcando. Bueno Álex, déjame a solas con tu madre un momento.
ÁLEX –No.
HORACIO -¿Cómo que no?
Mancebo vago, locuelo inútil, solo intentas provocarme, con esas pintas de
perroflauta y con esa cara de idiota, jamás podrías parecerte a tu padre.
ÁLEX –No querría. Vete tú con
tu amiguita Nelliem, yo me quedo con mamá.
HORACIO –Muy bien niñato. Que
como tu madre solo tienes tontería en la cabeza, y es que: de tal palo tal
astilla. ¡Pobre de mí que me encontré con esta una noche! ¡Pobre de mí que
pensé poder encauzarla! ¡Pobre de mí concebir a un hijo innoble!
(En dos conversaciones paralelas)
NELLIEM (Sale del público) –¿Qué ocurre en esta casa de locos? Tan pronto
se os ha pegado que estoy temiendo por mí misma.
HORACIO –Es este niño
ingrato, no quiere marcharse y dejarnos con Anna a solas.
NELLIEM –Oh amor mío, qué
mala suerte tuviste con esta familia. Cuando nos casemos y formemos la nuestra
todo será diferente…
ÁLEX –Mamá, tenemos que
marcharnos de aquí.
ANNA -¿Qué dices? Acaba de
llegar mi amiga, está hablando con el marqués, seguro que me ha traído un
regalo. ¡Qué ilusión! ¡Qué secretismo!
ÁLEX –Mamá, este hombre solo
te hace mal. Vámonos.
ANNA -¿Ya empezamos? Álex
cariño, sabes que tu padre nunca se ha sentido bien por no poder ser de mi
condición, pero es un buen hombre.
HORACIO -¡Perdí la esperanza
de poderla reubicar en el mundo real! Creí que sería la mujer obediente que
parecía ser, pero no. Todo lo compraba y nada pagaba.
NELLIEM –Y tú manteniéndola a
tu lado pese a todo, ¡eres el mejor de los hombres!
ANNA –Y además es tan sincero
y transparente como el mejor agua.
ÁLEX –Más bien como el agua
de las alcantarillas, que por cierto, solo eso le falta beberse.
HORACIO -¿Has traído eso?
NELLIEM –El bebedizo mortal,
y por si como Quijote se volviera cuerda antes de morir, también traje esto: es
una tarta con sorpresa: que atontaría hasta a un caballo de esos de las
películas, de esos que ya no hay.
ANNA –Además, él me trajo a
este maravilloso complejo.
ÁLEX –No sé cómo ha
conseguido a una mujer como tú. Maldito bastardo.
HORACIO –Está loca,
loquísima.
ANNA –Tú también la
encontrarás, una dama de buena familia que te quiera.
NELLIEM –Sí, lo está pero hoy
ha llegado su fin, y así, pronto nos podremos casar.
ÁLEX –Yo no quiero a otra, ya
te tengo a ti mamá.
HORACIO -¡Menuda vida me tocó
vivir!
ANNA –Y a tu padre, pero es
una pena que sea pobre.
NELLIEM – ¡Anna! Encantada su
majestad.
ANNA –¿Qué trajiste buena
dama?
NELLIEM –Solo algo de tarta y
algo que beber.
ÁLEX –No lo tomes mamá.
HORACIO -¿Cómo te atreves?
Eres una rata, ¡no eres un hombre! No podías ser como tu padre, eso lo
entiendo, pero eres tan ruin como una comadreja. SAL DE AQUÍ.
ÁLEX –No.
HORACIO y NELLIEM (con la tarta en la mano) –VETE
COMADREJA.
ÁLEX –¡NO!
NELLIEM –Parad de empujaros, esto
no es Torrejón, compostura… ¡ALA! Ya me habéis tirado la tarta.
HORACIO -¡Oh dios mío! Vámonos
Nelliem, ¡vámonos ya! Esto es una locura.
NELLIEM –Sí claro.
HORACIO –¡Necesito beber
algo! ¡Trae eso!
NELLIEM -¡NO BEBAS! ¿Qué
hiciste…?
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